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lunes, 12 de noviembre de 2018

LA EPOPEYA DE TÚPAC KATARI





HISTORIA 


LA EPOPEYA DE TÚPAC KATARI


Enviado por edicion.cambio el Dom, 11/11/2018 - 00:02

“Sedicioso, asesino y hombre feroz o monstruo de la humanidad en sus inclinaciones y costumbres abominables y horribles”, así lo describe la sentencia en contra de Julián Apaza. El colonialismo quiso acabar con el pueblo pero no pudo. Hoy sus hijos de millones de bolivianos seguimos con orgullo su ejemplo.


Foto: Archivo

Gonzalo Trigoso Agudo / La Coordinadora
HÉROE LEGENDARIO 
Julián Apaza Nina-Túpac Katari es el héroe más importante de la historia del territorio que hoy ocupa el Estado Plurinacional de Bolivia.
Su heroísmo se inscribió en la lucha que desarrollaron nuestros pueblos indígena originario campesinos contra la dominación colonial española. La histórica lucha por la liberación del pueblo de la explotación y la pobreza, y la defensa de la tierra, los recursos naturales y el derecho a autogobernarnos, marcaron la leyenda del líder indígena que junto a miles de sus esforzados compañeros entregaron la vida por la libertad.
Fue una lucha integral, enmarcada en un proyecto independentista que se inició con el levantamiento espontáneo de Tomás, Dámaso y Nicolás Katari en Chayanta —Potosí, el 25 de agosto de 1780—, continuó con la sublevación general de José Gabriel Condorcanqui Noguera-Túpac Amaru II y Micaela Bastidas Puyucahua en el Perú, el 4 de noviembre de 1780, Julián Apaza-Túpac Katari y Bartolina Sisa Vargas en La Paz desde enero de 1781, José Antonio Galán y los comunarios de Bogotá en 1780, y los levantamientos en otras regiones de Suramérica.
La derrota militar de los sublevados neutralizó sus proyectos políticos libertarios, que fueron cruelmente bloqueados mediante la aplicación de mecanismos de control por parte de los aparatos ideológicos coloniales.
Ernest Mandel hace notar la posibilidad de una época de crisis económica a pesar de lo estrecho del mercado capitalista, en los albores de la revolución francesa de 1789 que habría afectado la relación entre la Metrópoli y la periferia colonial, lo que explicaría el aumento de tributos a los indígenas, ocasionando la gran sublevación, con antecedentes inmediatos en la revolución norteamericana de 1773.
La derrota y posterior represión colonial no destruyeron ni al pueblo ni a su líder, que con el tiempo se elevaron como referencia internacional en la lucha por la liberación y la igualdad, igual que Espartaco con los esclavos en Roma, etc.
Túpac Katari es una construcción histórica de cientos de años que se concretizan en su persona real. Representó y representa a los millones de oprimidos y explotados desde la conquista española del imperio de los incas, también representa la lucha de su pueblo durante la gran sublevación y es el guía de nuestra lucha actual por mantener la libertad, dignidad y soberanía contra el neoliberalismo.
Túpac Katari excede por mucho el carácter étnico de lo indígena aymara-quechua, es un Espartaco universal.
LA CAPTURA DE TÚPAC KATARI Y EL INTENTO DE SU DESTRUCCIÓN 
Biógrafos de Túpac Amaru, como Boleslao Lewin y Luis Valcárcel, indican que ya estaba en relación con Julián Apaza hace unos 10 años.
En enero de 1781, Apaza inició la movilización en Ayo Ayo. Cercó La Paz del 13 de marzo al 30 de junio (109 días), pero los sitiados recibieron refuerzos desde Charcas al mando de Ignacio Flores y rompieron este cerco. Lamentablemente, mientras Katari replegaba sus tropas, Bartolina Sisa fue traicionada y capturada el 2 de julio. El 30 de julio, Flores se retiró a La Ventilla, Katari volvió a sitiar la ciudad; el 4 de agosto Flores abandonó el lugar (Lewin).
Mientras Katari volvía a estrechar el cerco a la ciudad y enviaba tropas a otros territorios adyacentes, se supo de la captura de Túpac Amaru y de su cruel ejecución el  18 de mayo de 1781; se hizo cargo de la jefatura en el Perú su hermano Diego Cristóbal.
Entre las diferencias del levantamiento de Amaru y Katari se tiene el control organizativo por los caciques (nobleza) del primero y los 24 cabildos democráticos de base del segundo.
Lewin indica que el virrey del Perú, Agustín de Jáuregui, promulgó el 12 de septiembre de 1781 un indulto general para los sublevados, al cual se adhirió el virrey de Buenos Aires, Juan José de Vértiz (del que dependía el Alto Perú), “sin exceptuar de esta gracia a Diego y Mariano Túpac Amaru, Andrés Noguera y Nina Catari (sic), a quienes igualmente otorgó el perdón que no merecían sus detestables delitos, bajo de la misma calidad de retirarse a sus casas y observar fidelidad al rey”. Diego Cristóbal Túpac Amaru fue notificado con indulto general en la carta que le escribió el mariscal José del Valle el 1 de octubre de 1781. Pero Diego Cristóbal hizo saber a los chapetones que negociaría a nombre de todos los alzados, excepto de Katari, que en ese momento estaba por su parte, a pesar de lo cual envió a Miguel Túpac Amaru y a Miguel Bastidas para convencerlo. Se conoce que los cabildos aymaras y Katari rechazaron el indulto. Sin embargo, las derrotas subsiguientes, fundamentalmente en Calamarca, hicieron que el ejército indígena se desorganice en su repliegue. La Iglesia católica apoyó el indulto y se comprometió a levantar la excomunión contra los sublevados.
Katari había pensado inundar la ciudad para tomarla igual que en Sorata, pero el 12 de octubre la cocha se rompió y el agua no destruyó las fortificaciones de la ciudad. El 17 de octubre, otro ejército colonial (chapetones, criollos y mestizos obedientes a la Corona y a la Iglesia) al mando de José de Reseguín llegó a El Alto de La Paz y el sitio fue levantado.
Los coloniales atacaron a Katari en dos columnas, una dirigida por Reseguín y la otra por Sebastián Segurola, comandante de la provincia y de la ciudad de La Paz.
Katari se replegó hacia Achacachi y de allí marchó a Copacabana con un grupo de élite para enfrentar al caudillo indígena realista Miguel Sonco, convocando a los comunarios de la región a continuar la lucha. No pudo derrotar a Sonco y tampoco obtuvo refuerzos, ya que la mayoría estaba a la espera de la materialización del indulto.
El 3 de noviembre de 1781, en Patamanta (camino al lago), los españoles firmaron un Acuerdo de Paz con Miguel Túpac Amaru, Miguel Bastidas y otros coroneles indígenas, que se comprometieron a entregar a Katari.
El 7 de ese mes, los españoles ocupan Peñas, donde comienzan a concentrarse los rendidos y comunarios para hacer la entrega de armas y otras vituallas, entre ellos Gregoria Apaza y Andrés Túpac Amaru.  
Katari estaba en Achacachi reorganizando tropas, pero el 9 de noviembre asistió a una recepción organizada por Tomás Inga Lipe y Miguel Bastidas, que dieron aviso a los españoles. Katari presintió la traición y se retiró, pero los coloniales, al mando de Mariano Ibáñez, lo apresaron junto a cuatro fusileros y María López (Lupiza) en Chinchayapampa (cerca al lago, entre Achacachi y Ancoraimes).
Junto a Reseguín se encontraba el coronel Tadeo Diez de Medina, que a las siete de la tarde del día 9 ordenó prender a Miguel Bastidas, sus coroneles y escribientes, a Gregoria Apaza y otros (conforme relata Ma. Eugenia del Valle de Siles).
El 10 de noviembre a las tres de la tarde llegaron los coloniales a Peñas conduciendo a Katari. El 13 de noviembre, Diez de Medina tomó la confesión de Katari y cerca de las doce de la noche pronunció sentencia; fue un proceso sumarísimo, sin ninguna formalidad legal. El 14 de noviembre, el comandante general Reseguín confirmó la sentencia.
SENTENCIA Y EJECUCIÓN 
“Fallo atento al mérito que resulta de la notoriedad de la sumaria, de la confesión y de los papeles por mí habidos, que debo condenar y condeno al dicho Julián Apasa (alias Tupacatari), en pena ordinaria de muerte y último suplicio, y en su conformidad, usando de las facultades privativas del Superior Gobierno de Buenos Aires, que me están trasmisas por esta Comandancia General, mando que sea sacado de la prisión donde se halla, arrastrado a la cola de un caballo, con una soga de esparto al cuello, una media corosa o gorreta de cuero, y que a voz de pregonero se publiquen sus delitos en la plaza de este santuario, en que deberá estar la tropa tendida con las armas de Su Majestad y convocase los indios concurrentes de dichas provincias, de modo que antes de la ejecución se les explique por mí lo agradable que será ésta a Dios y al rey como propia de la justicia y del beneficio y sosiego de ellos mismos, para que así se repare cualquier conturbación y recelo que pueda haber, Y que asido por unas cuerdas robustas sea descuartizado por cuatro caballos que gobernarán los de la provincia del Tucumán hasta que naturalmente muera, y hecho sea transferida su cabeza a la ciudad de La Paz, para que, fijada sobre la horca de la Plaza Mayor y puesto de Quillquili, donde tuvo la audacia de fijar la suya y sitiar los pedreros para batirla, bajo la correspondiente custodia se queme, después de tiempo y se arrojen las cenizas al aire.
La mano derecha en una picota y con su rótulo correspondiente a su pueblo de Ayoayo, después al de Sicasica, donde se practique lo mismo; la siniestra al pueblo capital de Abacachi en igual conformidad, para lo mismo, la pierna derecha a los Yungas y cabecera de Chulumani y la otra al de Caquibíri de la Pacajes, para lo propio; y por lo respectivo a los bienes que se han hallado y puedan hallar, declárase débense confiscar para la Cámara, sin perjuicio de tercero.
Y conforme la naturaleza y calidad de sus delitos de infame aleve traidor, sedicioso, asesino y hombre feroz o monstruo de la humanidad en sus inclinaciones y costumbres abominables y horribles, y por esta sentencia definitivamente juzgando, así lo pronuncio, mando y firmo, con expresa condenación de costas que se pagarán inmediatamente al actuario”. Firmado Francisco Tadeo Diez de Medina.
EL COLONIALISMO QUISO DESTRUIR AL PUEBLO 
LA BRUTAL REPRESIÓN Y LA ENSEÑANZA ACTUAL 
Apenas fue capturado Katari, los españoles desconocieron el Acuerdo de Paz de Patamanta y tomaron presos a los comandantes indígenas hombres y mujeres. Los que no fueron ahorcados o fusilados en Peñas entre noviembre y diciembre de 1781, fueron remitidos a La Paz, donde también fueron ejecutados, como la sangrienta y siniestra ejecución de Bartolina Sisa y Gregoria Apaza, el 5 de septiembre de 1782.
En el Perú, bajo la excusa de la Conjura de Carabaya, se apresó, torturó y ejecutó a Diego Cristóbal Túpac Amaru y a toda su familia, incluidos los niños, los caciques y cacicas, y todos los que tuvieron algún puesto de mando durante la sublevación. Los muertos se contaron por miles.
Los coloniales prohibieron las fiestas andinas ancestrales, la música, los bailes, los instrumentos nativos. Se obligó a hombres y mujeres a utilizar ropa estilo español bajo terribles castigos por desobediencia, por ejemplo que las mujeres vistan de pollera, blusa y manta como hasta ahora. Prohibieron toda forma de expresión cultural y espiritual propia.
EL COLONIALISMO NO NO DESTRUYÓ NI AL PUEBLO NI A SU LÍDER 
El colonialismo y sus aliados internos quisieron destruir al pueblo insurrecto y a su líder, pero no pudieron.
Intentaron borrar el nombre de Túpac Katari de sus jefas y jefes, pero sus nombres aún retumban en el espíritu patriótico del pueblo boliviano.
Los obispos de la Iglesia católica excomulgaron a Katari y a todas y todos los sublevados para condenar sus almas al infierno. Los coloniales lo sentenciaron y lo ejecutaron cruelmente para que ningún comunario siga su ejemplo. Fue descuartizado y quemado, para que además del sufrimiento en su muerte no pudiera resucitar según la cosmovisión andina mediante la reconstitución. Y sin embargo, su ejemplo guió a decenas de heroicos líderes, como Juan Manuel Cáceres, Luciano Willka, Pablo Zárate Willka, etc. Asimismo, en esta época del Pachakuti, el pueblo indígena originario campesino en conjunción y comunidad con obreros y clases medias está reconstituyendo la patria soberana en el Proceso de Cambio, siguiendo el camino trazado por Túpac Katari.
Hoy día el pueblo nuevamente está en la lucha enfrentando al colonialismo, representado por los neoliberales, sus aliados imperialistas y los traidores que a título de indígena originario campesinos quieren destruir el proceso de cambio y  borrar todo lo que con tanto sacrificio y sangre el pueblo obtuvo después de la Guerra del Agua, en abril de 2000, y la ‘guerra del gas’, en octubre de 2003.
Pero como dijo Túpac Katari antes de pasar a la inmortalidad: “A mí sólo me matan, pero volveré y seré millones”. Hoy sus hijos, los millones de bolivianas y bolivianos, seguimos con orgullo su ejemplo de dignidad, libertad y soberanía.
FUENTE: CAMBIO SUPLEMENTO LA EPOPEYA DE TÚPAC KATARI,domingo 11 de noviembre. 
AUTOR: Gonzalo Trigoso Agudo.

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